Entrar en el albergue de Pérrikus es una fiesta. Decenas de perros te reciben completamente revolucionados, los ladridos del principio se transforman en gestos de alegría y euforia.
Pero como es lógico, no todos te dan la bienvenida con el mismo entusiasmo, algunos se alejan porque sienten miedo, otros se apartan porque no se acaban de fiar y hay otro que se queda en el mismo lugar en el que estaba antes de que tú llegases. Probablemente estará tumbado, mirándote, pero sin acercarse. Él es Kat, un podenco bonito y tranquilo con una mirada que ablanda el corazón. Su historia es menos triste que la de otros perros del albergue, llegó siendo un cachorrito junto a su madre y sus hermanos. Todos fueron adoptados, él también, pero algo se torció y Kat fue devuelto, al parecer no se acostumbraba a quedarse solo, tampoco se adaptó a vivir en la ciudad. A algunos perros les sucede, son infelices en espacios urbanos y por más que queramos, jamás se van a adaptar.
Kat es un perro discreto y algo reservado, le cuesta acercarse a aquellos a los que no conoce. Pero cuando se acerca a ti por primera vez buscando una caricia, ese momento es mágico, te está diciendo que le gustas, que se fía de ti, es definitivamente, un momento muy especial.
Somos conscientes de que la adopción Kat no va a ser sencilla, su dificultad para adaptarse a ciertos lugares y situaciones no lo pone fácil y por si esto fuera poco, Kat es un podenco, una de las razas con menor índice de adopción y más maltratadas de este país, que se ensaña con razas como la suya. Pero nos negamos a darnos por vencidos, porque Kat tiene muchas cosas buenas, es guapo, tranquilo, tierno y silencioso, sabe respetar los espacios, es buenísimo y sí, es un podenco y está orgulloso de serlo, ¿sabes por qué? Porque las etiquetas las ponemos nosotros, él solo es un perro precioso que quiere ser feliz.
¿Le ayudas a conseguirlo? Adopta a Kat
Comments are closed.