Hablar de Rocky es hablar de un ser noble y cariñoso, tierno y alegre. Su pelo es corto y blanco, ligeramente moteado, parece ser que es mezcla de pointer, eso explica su color y su carácter activo. Sus ojos son de color miel y su mirada dulce y honesta.
Rocky llegó a Pérrikus en 2013 y como a tantos otros, hasta entonces la vida no le había tratado bien. Pero él no es rencoroso y enseguida aprendió que para seguir adelante es mejor no mirar atrás. Y eso hizo. No sabemos si ha perdonado a las “personas” que lo tuvieron encerrado los primeros dos años de su vida, pero de lo que sí estamos seguros es de que no culpa al resto de los humanos. Lo demuestra su predisposición a recibir un gesto de cariño, o las posturas imposibles que es capaz de adoptar con tal de sentir una caricia.
Este conjunto de belleza, alegría y ternura hace que la pregunta más común entre quienes le conocemos sea, “¿Cómo es posible que nadie se haya fijado en él?».
Ahí fuera hay una familia a la que le falta un ser querido para estar completa. Me dirijo a ellos para decirles que ese ser querido está aquí, en Pérrikus, se llama Rocky y ya tiene 7 años, por favor, no le hagáis esperar más.
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